Cómo guardar vinos tintos y que se conserven perfectamente
Todo amante del vino se ha preguntado en alguna ocasión si está almacenando correctamente las botellas de vino en su casa. Tendemos a acumularlas, a la espera de que se celebre la ocasión perfecta para acompañarla de esa botella de vino que espera ser descorchada.
En la amplia mayoría de los casos, en el momento los vinos dejan las bodegas, se encuentran en su momento óptimo de consumo. Habremos de tener en cuenta aspectos como la variedad de la uva, la añada o la zona de la que procede que nos darán pistas sobre cuánto tiempo podemos tener la botella almacenada sin que pierda sus propiedades. En términos generales, un lugar que aporte quietud, oscuridad y una temperatura y humedad relativa constante contribuye a la conservación del vino.
El vino tinto es uno de los más delicados de conservar, especialmente después de haber sido descorchado. Aunque ya os adelantamos que los enemigos a los que se enfrenta el vino una vez abiertos, son los mismos que tenemos que combatir para conservarlo en óptimas condiciones. Dado que no todo el mundo podemos disponer de un lugar – como la cava de vinos – o de neveras especiales que conserven perfectamente las propiedades del vino, os hemos preparado unos consejos que os ayudarán a conservar y guardar vinos de la manera correcta.
Temperatura
Se trata de uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta para garantizar la correcta conservación de las propiedades organolépticas del vino. La temperatura ideal ha de mantenerse constante entre los 10º y los 15ºC.
Si ponemos el foco especialmente en el vino tinto, para las crianzas y reservas, la temperatura de almacenamiento óptima se encuentra entre los 14º y los 16ºC. Las bajas temperaturas favorecen la conservación del vino durante años, incluso décadas.
Para garantizar esa constancia térmica, lo más adecuado sería almacenar las botellas en un sótano o trastero, en caso de que no dispongamos de bodega. Habremos de evitar a toda costa las variaciones térmicas o las fuertes corrientes de aire que rompan el microclima al que se encuentra sometido el vino.
Humedad
Otro de los factores ambientales que se encuentra al mismo nivel de importancia que la temperatura. Controlar la humedad relativa del ambiente evitará que el corcho de la botella se seque y se encoja, dando lugar a la entrada de aire en la botella y causando la oxidación prematura del vino, resultando rancio o picado.
También podría ocurrir el caso contrario, que hubiese tanta humedad que proliferaran hongos y moho en el corcho, desencadenando malos olores y bacterias perjudiciales para el vino. Además, el exceso de humedad también provocaría la pérdida o degradación de las etiquetas de la botella.
La humedad relativa ha de mantenerse entre el 70 y el 80% para que el corcho se mantenga en óptimas condiciones, ni seco ni húmedo. Para asegurarte de los niveles de humedad, basta con hacerte con un higrómetro.
Oscuridad
¿Sabías que el color verde de las botellas de vino es un potente neutralizador de las radiaciones lumínicas? La luz es una gran enemiga del vino, puesto que puede desencadenar reacciones químicas en su composición, contribuyendo a su oxidación y pérdida de calidad.
Las botellas de vino han de mantenerse alejadas de la exposición directa a la luz, ya sea natural, artificial o fluorescente. En caso de no poder disponer de un lugar oscuro en nuestra casa, podemos envolver muy bien las botellas y guardarlas en un lugar en el que queden ocultas.
Alejado del ruido y olores fuertes
Ambas condiciones alteran las propiedades del vino. En el caso del ruido y, más concretamente, las vibraciones que puede desencadenar, podrían afectar al embotellado y también a los sedimentos del vino.
Las vibraciones son especialmente perjudiciales para el vino tinto, de hecho, la denominada “fatiga del vino” hace referencia al aceleramiento de los procesos internos del vino como consecuencia de las vibraciones. Cuanto más reposo tenga el vino, mejor envejecerá. Podemos evitar o, al menos, minimizar las vibraciones que puedan darse, situando las botellas sobre materiales que no sean propensos a la transmisión de vibraciones, como pueden ser lo materiales metálicos.
En cuanto a los olores fuertes, podrían filtrarse a través del corcho y contaminar el vino. La ventilación puede ser un buen aliado, siempre controlada, ya que puede ayudarnos a evitar la aparición de hongos y los olores fuertes.
Posición de la botella
Aunque puede parecer un factor carente de importancia, lo cierto es que la posición y la ausencia de movimiento una vez coloquemos la botella en su lugar de almacenamiento, garantiza que el corcho se mantenga constantemente húmedo e hinchado, garantizando un hermetismo óptimo con respecto al ambiente exterior.
La posición correcta de la botella de vino será tumbada y ligeramente inclinada.
Tiempo de conservación
No todos los vinos mejoran sus propiedades con el paso del tiempo, por lo que habremos de hacer una distinción entre los que permiten ser almacenados y los que son más propicios para consumir al poco de adquirirlos. Podemos encontrar una amplia variedad de vinos, tanta como ocasiones para degustar cada uno de ellos. Si hablamos de variedad y calidad, hablamos de BodegasArane.com. Además del amplio abanico de vinos que podéis encontrar, ya sean nacionales o internacionales, Bodegas Arane es ejemplo de cómo conservar los vinos en óptimas condiciones por lo que, apostar por ellos, es apostar por calidad.
El tiempo de conservación del vino depende de varios factores:
En primer lugar, habremos de asegurarnos de que el vino permite ser guardado. Esta condición depende de la graduación alcohólica, la cual ha de ser elevada, su acidez y una buena carga tánica. Estos condicionantes permiten una conservación controlada más prolongada que otros vinos.
En segundo lugar, habremos de tener en cuenta su lugar de procedencia, esto es, los vinos tintos que proceden de zonas meridionales tienden a envejecer de manera más acelerada que los de las zonas norteñas. ¿La razón? En buena parte, el envejecimiento está determinado por la acidez. Esta cualidad es más elevada en los vinos que proceden de las zonas frías y contribuye a una maduración más lenta del vino, por lo que un buen almacenamiento garantizará un envejecimiento óptimo.
Con todo esto, por lo general, el consumo recomendado para los vinos jóvenes es durante el año en el que se han cosechado; para los vinos crianza, pueden consumirse en los 5 años siguientes y, si hablamos de los reserva y gran reserva, podemos almacenarlos y consumirlos transcurridos hasta 15 años.
Dado que no contamos con las condiciones ambientales que se crean en una bodega, es importante que tengamos en cuenta los tiempos de conservación del vino para garantizar su sabor óptimo.